lunes, 8 de septiembre de 2014

Los riesgos desconocidos de ser avalista


Cuando una persona se convierte en avalista de una hipoteca de otra persona, acepta uno de los contratos con menos ventajas y más inconvenientes que existen. En principio se está haciendo responsable de un pago que no le beneficiará en casi nada. Por esto, en general, quienes aceptan firmar un contrato de aval suelen hacerlo de buena fe para ayudar a un familiar o amigo que quiere adquirir un inmueble.


El avalista responde de la deuda con todos sus bienes, presentes y futuros. Cuando un avalista solo tiene una casa pero 10 años después, por ejemplo, tiene dos viviendas y el hipotecado no puede seguir pagando, el banco puede ir también a por esa nueva adquisición que no se tenía en el momento de la firma. Dependerá del juez que el banco embargue la primera o la segunda o incluso las dos.


Si el hipotecado se muere, se sigue siendo avalista, Si los herederos se quedan con la deuda se sigue siendo el avalista hasta el último día de la hipoteca. Si los herederos aceptan la herencia a beneficio de inventario, - es decir, que solo se comprometen a pagar la hipoteca con otros bienes que acaben de heredar pero no con los suyos propios - y entonces se produce el impago de la hipoteca, el avalista es siempre el que está obligado a cubrirla con sus bienes presentes y futuros.


Si el avalista fallece, los herederos reciben su responsabilidad. Tanto con los bienes que acaben de heredar como con los suyos propios, a no ser que acepten la herencia a beneficio de inventario o directamente renuncien a la herencia.

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